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No hay futuro sin exploración

2019-07-03

Por Miguel Cardozo, vicepresidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP)

La minería es uno de los principales motores de la economía de nuestro país. Sin embargo, estamos desatendiendo actividades que garanticen su futuro, como es el caso de la exploración.

Según el último reporte estadístico del Ministerio de Energía y Minas (MINEM), en abril las inversiones en exploración disminuyeron 6.4% en comparación a abril de 2018; y la inversión acumulada en este ámbito al cuarto mes del año registró una caída interanual de 25.2%.

Si buscamos que el sector minero sea estable en el largo plazo, debemos trabajar sobre una cartera de proyectos mineros importantes, que se vayan transformando en operaciones mineras y, además, que se actualice constantemente. La única forma de darle continuidad a la industria es reemplazando las reservas ya agotadas a través de la exploración: lo que se decida hoy sobre nuevos yacimientos tendrá un impacto real en 20 o 30 años.

Para impulsar la exploración minera y contribuir a la sostenibilidad de nuestra industria, debemos evitar que ésta se vea afectada por normas inoportunas y excesivas, así como por la burocracia que existe actualmente para obtener concesiones y permisos. Esto genera barreras a la inversión, sin considerar que más del 50% de la superficie del país es parte de zonas protegidas, mientras que el área realmente impactada por la minería formal en el Perú es de 59,474 hectáreas; es decir, apenas el 0.05% del territorio nacional.

Debemos tener presente que, pese a los avances tecnológicos, desarrollar operaciones mineras no es una tarea sencilla. Se estima que solo 10, de cada 10,000 objetivos de exploración, resultan en descubrimientos. De estos 10, solo entre 5 a 7 llegan a transformarse en una operación minera, en función al tipo de mineral y el tamaño del yacimiento.

En ese sentido, de acuerdo con un estudio presentado en abril de este año por Richard Schodde de MinEx Consulting (Australia), en la Conferencia de PACRIM 2019, que analiza 100 descubrimientos de oro y cobre realizados en los últimos 70 años en la región circumpacífica, demostró que hallarlos tomó, en promedio, 12 años.

Este estudio precisa, además, que apenas el 50% de los yacimientos de oro descubiertos llegaron a ser desarrollados; y que aquellos que se transformaron en una operación minera tardaron cerca de 10 años en promedio en consolidar dicho proceso. En el caso del cobre, solo el 37% se transformó en mina y el tiempo promedio para su desarrollo fue de casi 17 años. Definitivamente, la minería es una industria con plazos de desarrollo muy largos.

Por otro lado, un aspecto también detallado en el estudio, es que el costo de descubrimiento por cada onza de oro y por cada libra de cobre ha aumentado en la región, entre los años 2000 y 2017, de US$30 a US$186 y de US$0.11 a US$0.32, respectivamente. En tanto, el promedio global de estos costos unitarios de descubrimiento en el 2018 ha sido de US$85 para el oro y US$0.15 para el cobre. En pocas palabras, es más caro descubrir minerales en nuestra región.

Es destacable que, pese a estas circunstancias, el Perú mantuviera en 2018 su liderazgo en Latinoamérica en inversión para el desarrollo de exploraciones. Y es que nuestra riqueza natural continúa siendo el principal atractivo de los grandes capitales. Los Andes Centrales, que comprenden el territorio peruano y el norte y centro de Chile, tienen una importancia geopolítica trascendental, siendo el cobre el metal de mayor relevancia, con posibilidades de alcanzar más del 55% de la producción global en pocos años. Actualmente, cuenta con el 40% de la producción y de las reservas mundiales.

Los grandes descubrimientos mineros han permitido que nuestro país se posicione actualmente como el principal productor regional de oro, zinc, plomo y estaño, y el segundo productor de cobre, molibdeno y plata. A nivel mundial, somos el segundo productor de cobre, zinc y plata, el tercero en plomo, el cuarto en estaño y molibdeno y el sexto en oro.

Estos logros, desde luego, se han traducido en importantes y cuantiosos impuestos, regalías y contribuciones para el Estado y las regiones del interior del país. La minería es, pues, la gran oportunidad que tenemos para reducir la pobreza y alcanzar el crecimiento económico que se requiere para lograr el desarrollo justo, equilibrado y sostenible que tanto aspiramos. En ese sentido, debemos apostar por su futuro y sostenibilidad a través de la exploración: una actividad de retos, desafíos y sacrificios, pero, a su vez, de muchas satisfacciones.

Impedir la exploración y el desarrollo minero nacional implica provocar el estancamiento de la economía y el desarrollo del país.

FUENTE: GESTIÓN

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